De espaldas al camino recorrido, se detiene entre las vías y el horizonte incierto. La maleta guarda secretos del ayer, pero su mirada busca respuestas en el mañana. En ese instante suspendido, todo es duda, pero también posibilidad. ¿Y ahora qué? Tal vez, es hora de decidir.

Hay caminos que solo se abren cuando el frío los cubre, y huellas que se dibujan sin saber a donde llevan. Caminando hacia la luz, sin certezas… solo con la intuición de que hay seguir.

Pasos dados, dudas presentes, coraje y determinación. El equipaje pesa, pero no detiene.

El camino se revela paso a paso, como las farolas que solo iluminan cuando te acercas. No sabe cuánto le falta ni lo que encontrará, pero ya no teme: lleva su propia luz y ha decidido avanzar.

Antes buscaba respuestas. Hoy mira la luna y con su propia luz encendida, camina dueña de su destino.

Camina sin prisa, ya no huye del pasado, el atardecer la acaricia  y los almendros en flor la rodean. Sobre su sombrilla, la luz se posa como un guiño del destino: va por buen camino.

Y el camino de dudas se convierte en certezas, camina entre colores que antes no veía, pisó tierra roja y todo lo que dolía empezó a florecer. Donde antes buscaba dirección ahora deja huella.

No fue la luna, ni el farol, ni siquiera el camino ni el sol. Fue ella. Siempre fue ella.