En medio del bullicio del mercado, una madre ofrece con ternura lo más preciado: el alimento y el amor.
“La mirada de un gorila de montaña”
En ese cruce de miradas, contengo el aliento y mis ojos se refugian detrás del objetivo. El espalda plateada me observa con calma. Por un instante, el tiempo se suspende… enseguida dejo de interesarle. Él es el dueño de la situación, yo tan solo una presencia inofensiva y fugaz en su reino.
En el norte de Birmania, casi en la frontera con China, una niña curiosa nos observa. Somos extraños en su pueblo, viajeros de otro mundo, y en sus ojos brilla la pregunta: ¿qué hacen aquí?
Los mercados son lugares fascinantes, tienen una magia especial: colores, olores, sonidos... pero sobretodo, miradas. son lugares que te permiten acercarte sin filtros, perfectos para la fotografía, esa que te cuenta historias sin necesidad de hablar.
En el lago Inle, mientras cada una esperaba su barca, nuestras miradas se cruzaron varias veces. Me habría gustado compartir su idioma, descubrir qué pasaba por su mente. Sus ojos reflejaban más curiosidad que los míos. Yo sabía que volvía a su casa flotante tras hacer la compra, pero ella, sin duda, se preguntaba qué hacía yo allí.